Resum: |
La interpretación que cada uno realiza de las imágenes que percibe está supeditada a múltiples condicionantes. En este artículo se analizan algunas de ellas. Si bien la educación se halla todavía estrechamente ligada a la lengua escrita, surge cada vez con más fuerza la necesidad de incorporar el aprendizaje de los lenguajes visuales y audiovisuales y comprobar así su poder para interesar y emocionar al público espectador (Ferrés, 1994; Corominas, 1994; Coll, Selva y Solà, 1997; La Borderie, 1997; Moix y Reñé, 1998; Deó, 2000). El descubrimiento de la construcción y el montaje de un relato audiovisual, el porqué de la aparición de unas imágenes en lugar de otras, unos sonidos y diálogos en lugar de otros que hubieran sido posibles; la forma en que se muestran unos espacios, se ocultan otros; el descubrimiento, en fin, del significado de todo ello permite comprobar cómo la forma en que está estructurado y presentado un relato audiovisual contribuye enormemente -aunque no de manera determinante- a organizar nuestra forma de interpretarlo y comprenderlo. En efecto, si nos situamos en la perspectiva de quienes tratan de interpretar aquello que presentan los medios de comunicación, observamos que entre los espectadores se dan percepciones e interpretaciones a menudo análogas, pero no es así en todos los casos; a veces pueden ser muy diferentes entre sí. Naturalmente la cultura, la forma de ver el mundo, el momento evolutivo, etc. , contribuyen a esas diferencias. Pero la pregunta que queda sin responder es ¿cómo se da este proceso de comprensión, de incorporación de aquellos relatos o informaciones que recibimos a través de un medio de comunicación? El estudio de algunos mecanismos psicológicos de orden representacional con los que llevamos a cabo esta actividad mental puede constituir un instrumento útil para entender cómo se construyen los mensajes visuales, aquello que dan a entender. Puede ser una herramienta útil para introducir el aprendizaje del lenguaje audiovisual. |